lunes, 7 de abril de 2014

Que Dios se encargue de la herida - Lev- 19, 2. 11-18

No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy Yahvé." Levítico 19, 18
Todos nos lastimamos, a veces muy profundamente. No obstante, no podemos ceder a la tentación de guardar rencor y ser resentidos y mezquinos.  
El libro de Levítico nos recuerda lo que parece obvio:
No robar. 
No jurar en falso. 
No cometer fraude contra tu vecino. 
No hacer que otros tropiecen. 
No guardar odio ni rencor. 

Para su propio bien, Dios advierte a las personas elegidas no guardar un rencor ni almacenar rencores. Si nos aferramos a una herida o a un dolor, este nos hiere y puede llegar cegar nuestro Espíritu y destruir nuestro espiritualidad. Ese rencor va a llenar nuestro corazón con veneno. 

Debemos permitir que el dolor o el rencor se vaya y dejarlos en las manos de Dios. Las palabras del evangelio de Mateo 25, 40 es también muy conocido por nosotros: "En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos y hermanas, me lo hicieron a mí."

Externamente, estas enseñanzas no son tan complicadas; la carta detrás de ellos está clara. Pero interiormente, el reto se hace más duro, sobretodo si pretendemos encarnar el espíritu que anima esta cita bíblica. 

Oremos hoy pidiendo la gracia de ver y responder a Jesús en cada persona que encontramos, 
sobre todo en los más necesitados y necesitadas. Al hacerlo, nos esforzaremos por seguir 
el mandato que el Señor les dio a los israelitas y lo recoge Lev 19, 2: 
"Sean santos, porque yo, Yahvé, su Dios, soy santo."


Ayúdame con gracia
Padre, es difícil perdonar a una herida, 
sobre todo cuando nos la hace alguien a quien amamos.
Naturalmente, perdonar esto no es nada fácil.

Ayúdame con tu gracia a perdonar y abandonar cualquier sentimiento de amargura, rencor y odio.
Tal vez no será fácil, pero tengo que hacerlo para que puedas llenar mi corazón con Tu paz.
Amén.

¿Tengo que vaciar mi corazón de algún odio o rencor ?


Lev. 19, 2. 11-18 - Mandatos para la vida
Habla a toda la comunidad de los hijos de Israel y diles: 
Sean santos, porque yo, Yahvé, Dios de ustedes, soy Santo.

No hurtarán, no mentirán, ni se engañarán mutuamente. 
No jurarán en falso por mi Nombre porque esto sería deshonrar el nombre de tu Dios. ¡Yo soy Yahvé! 
No oprimirás ni despojarás a tu prójimo. No retendrás el salario del jornalero hasta el día siguiente.
No gritarás maldiciones al sordo, ni pondrás obstáculos al ciego, sino que temerás a tu Dios: ¡yo soy Yahvé!
No dictarás sentencias injustas. 
No harás favores al pobre, no te inclinarás ante el rico, sino que juzgarás con justicia a tu prójimo. 
No calumniarás a tu prójimo ni buscarás medios legales para hacerlo desaparecer.
No odies en tu corazón a tu hermano; pero corrígelo, no sea que te hagas cómplice de sus faltas.

No te vengarás ni guardarás rencor contra tus paisanos, 
sino que más bien amarás a tu prójimo como a ti mismo, pues Yo soy Yahvé.

viernes, 4 de abril de 2014

La muerte y la paz lejana

Estar comprometido con las causas de los pobres es siempre difícil y peligroso, eso lo experimentamos los cristianos desde los tiempos de Jesús. Algunas personas de las clases dominantes de entonces y las de ahora que detentan el poder quieren mantener a los pobres bajo las botas que los oprimen y les niegan sus derechos básicos que les permitan tener una vida digna.

Con la noticia de la muerte de el escritor Mexicano Carlos Fuentes (1928-2012) quien falleció de una hemorragia masiva en el hospital Ángeles del Pedregal, pienso en lo que decía: "La muerte espera al mas valiente, al más rico, al más bello. Pero iguala al más cobarde, al más pobre, al más feo, no en el simple hecho de morir, ni siquiera en la conciencia de la muerte,  sino en la ignorancia de la muerte. Sabemos que un día vendrá, pero nunca sabemos lo que es."

Con su muerte y las muchas muertes de esta semana pienso dolido en Mexico; en este país hermoso con gente maravillosa que sufre un interminable calvario. Siento que no merece correr la suerte que en estos días le ha tocado experimentar. La mala muerte parece estar acechando en cada esquina y en cada momento de la vida de los y las mexicanas y mexicanos. Es una muerte que no viene como amiga sino como una enemiga, oscura, cruel y muchas veces silenciosa. 

Las noticias nos dicen que el Padre Alejandro Solalinde, un sacerdote mexicano que fundó el Albergue  para migrantes "Hermanos en el Camino" en el estado sureño de Oaxaca, se ha visto obligado a dejar el país por las serias amenazas de muerte (la sexta) que le han llegado y que según sus cercanos amigos y colaboradores, son amenazas que hay que tomarlas muy en serio y debe salir hasta que se enfríen las cosas. La autoridades federales no han detenido a los responsables y dicen que investigan el caso.  

Apoyado por las Brigadas Internacionales de Paz, El Padre Alejandro viajará por España, Italia y Suiza donde se reunirá con parlamentarios, funcionarios de gobierno y con relatorías de las Naciones unidas para hablar sobra las violaciones a los derechos humanos, especialmente en México. Lo mismo hará en Chicago en Los Estados Unidos y luego en Canadá.
El "pecado" del Padre Alejandro es el de haber denunciado los frecuentes abusos que sufren los migrantes, en su camino hacia Estados Unidos, muchos de estos son centroamericanos. Padre Alejandro culpó públicamente  al cártel de las drogas de Los Zetas de secuestrar migrantes y criticó la policía por corrupta junto a políticos influyentes y algunos narcotraficantes.
El Padre Alejandro dijo que regresará al albergue sin decir cuándo pero será cuando mejoren  las condiciones el albergue o en Ixtepec o en Oaxaca.
Estas situaciones de injusticia e inhumanidad se hacen más complicadas cuando los que persiguen a los cristianos se llaman ellos mismos cristianos.  Gente linda que es víctima de la violencia desatada por unos pocos que no apuestan por la persona sino por bienes pasajeros frutos del egoísmo y la codicia y el profundo desamor que anida en sus corazones. Aunque a veces realicen acciones que pueden parecer buenas, en el fondo no hay nada que pueda reflejar los valores cristianos en sus acciones.