No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy Yahvé." Levítico 19, 18 |
Todos nos lastimamos, a veces muy profundamente. No obstante, no podemos ceder a la tentación de guardar rencor y ser resentidos y mezquinos.
El libro de Levítico nos recuerda lo que parece obvio:
No robar.
No jurar en falso.
No cometer fraude contra tu vecino.
No hacer que otros tropiecen.
No guardar odio ni rencor.
Para su propio bien, Dios advierte a las personas elegidas no guardar un rencor ni almacenar rencores. Si nos aferramos a una herida o a un dolor, este nos hiere y puede llegar cegar nuestro Espíritu y destruir nuestro espiritualidad. Ese rencor va a llenar nuestro corazón con veneno.
Debemos permitir que el dolor o el rencor se vaya y dejarlos en las manos de Dios. Las palabras del evangelio de Mateo 25, 40 es también muy conocido por nosotros: "En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos y hermanas, me lo hicieron a mí."
Externamente, estas enseñanzas no son tan complicadas; la carta detrás de ellos está clara. Pero interiormente, el reto se hace más duro, sobretodo si pretendemos encarnar el espíritu que anima esta cita bíblica.
Oremos hoy pidiendo la gracia de ver y responder a Jesús en cada persona que encontramos,
sobre todo en los más necesitados y necesitadas. Al hacerlo, nos esforzaremos por seguir
el mandato que el Señor les dio a los israelitas y lo recoge Lev 19, 2:
"Sean santos, porque yo, Yahvé, su Dios, soy santo."
Ayúdame con gracia
Padre, es difícil perdonar a una herida,
sobre todo cuando nos la hace alguien a quien amamos.
Naturalmente, perdonar esto no es nada fácil.
Ayúdame con tu gracia a perdonar y abandonar cualquier sentimiento de amargura, rencor y odio.
Tal vez no será fácil, pero tengo que hacerlo para que puedas llenar mi corazón con Tu paz.
Amén.
¿Tengo que vaciar mi corazón de algún odio o rencor ?
Lev. 19, 2. 11-18 - Mandatos para la vida
Habla a toda la comunidad de los hijos de Israel y diles:
Sean santos, porque yo, Yahvé, Dios de ustedes, soy Santo.
No hurtarán, no mentirán, ni se engañarán mutuamente.
No jurarán en falso por mi Nombre porque esto sería deshonrar el nombre de tu Dios. ¡Yo soy Yahvé!
No oprimirás ni despojarás a tu prójimo. No retendrás el salario del jornalero hasta el día siguiente.
No gritarás maldiciones al sordo, ni pondrás obstáculos al ciego, sino que temerás a tu Dios: ¡yo soy Yahvé!
No dictarás sentencias injustas.
No harás favores al pobre, no te inclinarás ante el rico, sino que juzgarás con justicia a tu prójimo.
No calumniarás a tu prójimo ni buscarás medios legales para hacerlo desaparecer.
No odies en tu corazón a tu hermano; pero corrígelo, no sea que te hagas cómplice de sus faltas.
No te vengarás ni guardarás rencor contra tus paisanos,
sino que más bien amarás a tu prójimo como a ti mismo, pues Yo soy Yahvé.
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